ORACIONES DE DESAGRAVIO
(Pueden usarse alternativamente, según se estime conveniente,
cualquiera de los dos siguientes Modelos: A y B)
Por tanto que se ofende a Dios, hagamos reparación
y desagravio. Pidamos perdón y misericordia.
Acto
de desagravio (Modelo A)
(Después de cada
invocación se responde:
"te rogamos, escúchanos")
"te rogamos, escúchanos")
Señor perdona todos los sacrilegios eucarísticos.
Señor perdona todas las santas comuniones
indignamente recibidas.
Señor perdona todas las profanaciones al Santísimo
Sacramento del altar.
Señor perdona todas las irreverencias en la Iglesia.
Señor perdona todas las profanaciones, desprecios y
abandono de los sagrarios.
Señor perdona todos los que han abandonado, traicionado
o dejado de luchar por preservar y re-edificar Tu Iglesia y su Santa Doctrina Tradicional.
Señor perdona todo desprecio y ultraje de los
objetos sagrados, Sacramentales e Imágenes del Culto de nuestra Fe.
Señor perdona todos los que pasaron a las filas de
tus enemigos.
Señor perdona todos los pecados del ateísmo y del modernismo
del falso papa y jerarquía apóstatas.
Señor perdona todos los insultos a tu santo Nombre.
Señor perdona toda la frialdad e indiferencia contra
tu Amor de Redentor.
Señor perdona todo desprecio y negligencia del deber
de los cardenales, obispos y sacerdotes.
Señor perdona todo desprecio hacia la santidad de la
familia.
Señor perdona todo desprecio a la vida humana y la comisión
de los abortos.
Señor perdona todo pecado de impureza de los jerarcas,
sacerdotes y fieles que practican los pecados de homosexualidad, lesbianismo y toda
distorsión de la sana y debida sexualidad.
Perdona ante todo nuestra frialdad de corazón, la impenitencia
y obcecación en el pecado, Señor, concédenos, te suplicamos, la inteligencia y la
fuerza para corregir nuestros pecados, desviaciones y transgresiones a tus Mandamientos
y la falta de la vida en Gracia y convertirnos a Ti para nunca más pecar.
ACTO DE DESAGRAVIO
DE PÍO XI (Modelo B)
¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón.
DE PÍO XI (Modelo B)
¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón.
Mas recordando que también nosotros alguna vez nos
manchamos con tal indignidad de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos,
ante todo, obtener para nuestras almas vuestra divina misericordia, dispuestos
a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios pecados, sino
también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados
en su infidelidad, o no quieren seguiros como a Pastor y Guía, o, conculcando
las promesas del Bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley.
Nosotros queremos expiar tan abominables pecados,
especialmente la inmodestia y la deshonestidad de la vida y de los vestidos,
las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación
de los días festivos, las execrables injurias proferidas contra vos y contra
vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden
Sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el
mismo Sacramento del amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que
oponen resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por vos
fundada.
¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entretanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción que vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en vuestro seguimiento.
¡Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entretanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción que vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en vuestro seguimiento.
¡Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.