Evangelización para los Últimos Tiempos
Enseñanza Núm.14
Enseñanza Núm.14
Tema: EL MIEDO.
No
teman a los que sólo pueden matar el cuerpo, pero no el alma; teman más bien al
que puede destruir alma y cuerpo en el infierno. ¿Acaso un par de pajaritos no
se venden por unos centavos? Pero ni uno de ellos cae en tierra sin que lo permita
vuestro Padre. En cuanto a ustedes, hasta sus cabellos están todos contados.
¿No valen ustedes más que muchos pajaritos? Por lo tanto no tengan miedo.
(Mateo 10:28-31)
Entonces
no vuelvan al miedo; ustedes no recibieron un espíritu de esclavos, sino el
espíritu propio de los hijos, que nos permite gritar: ¡Abba!, o sea: ¡Papá! El
Espíritu asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. (Romanos 8:15-16)
Y
nosotros hemos de responder confiados: El Señor es mi socorro, no temeré. ¿Qué
pueden hacerme los hombres? (Hebreos 13:6)
Y
¿quién podrá hacerles daño si se esfuerzan en hacer el bien?. Felices ustedes
si incluso tienen que sufrir por haber actuado bien. No compartan sus temores
ni se asusten, sino bendigan en sus corazones al Señor, a Cristo; estén siempre
dispuestos para dar una respuesta a quien les pida cuenta de su esperanza, (1
Pedro 3:13-15)
¿Quién
de ustedes, por más que se preocupe, puede añadir algo a su estatura? Si
ustedes no tienen poder sobre cosas tan pequeñas, ¿cómo van a preocuparse por
las demás? (Lucas 12:25-26)
¡Vean
cómo es él, el Dios que me salva! En él confío y no tengo más miedo, pues Yavé
es mi fuerza y mi canción, él ha sido mi salvación. (Isaías 12:2)
David
dijo además a su hijo Salomón: «¡Sé fuerte y ten buen ánimo; y manos a la obra!
No temas ni desmayes, porque Yavé, Dios, el Dios mío, está contigo, no te
dejará ni te desamparará, hasta que acabes toda la obra para el servicio de la
Casa de Yavé. (1 Crónicas 28:20)
Sean
valientes y firmes, no teman ni se asusten ante ellos, porque Yavé, tu Dios,
está contigo; no te dejará ni te abandonará.» (Deuteronomio 31:6)
¡Los
que temen al Señor, confíen en el Señor, él es su socorro y su escudo! (Salmo
115:11)
Al
Señor, en mi angustia, le clamé, y me respondió sacándome de apuros. Si el
Señor está conmigo, no temo, ¿qué podrá hacerme el hombre? (Salmo 118:5-6)
El
Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Amparo de mi vida es el
Señor, ¿ante quién temblaré? (Salmo 27:1)
Aunque
pase por quebradas oscuras, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo con tu
vara y tu bastón, y al verlas voy sin miedo. (Salmo 23:4)
Pero
el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios.
(Lucas 1:30)
Y
ahora, así te habla Yavé, que te ha creado, Jacob, o que te ha formado, Israel.
No temas, porque yo te he rescatado; te he llamado por tu nombre, tú eres mío.
Si atraviesas el río, yo estaré contigo y no te arrastrará la corriente. Si
pasas por medio de las llamas, no te quemarás, ni siquiera te chamuscarás. Pues
yo soy Yavé, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador. Para rescatarte,
entregaría a Egipto, Etiopía y Saba, en lugar tuyo. Porque tú vales mucho a mis
ojos, yo doy a cambio tuyo vidas humanas; por ti entregaría pueblos, porque te
amo y eres importante para mí. No temas, pues, ya que yo estoy contigo. Del
Este haré venir a tu descendencia y del Oeste te reuniré. (Isaías 43:1-5)